Lo primero que llama la atención es el método de publicación del documento:
«Habría esperado un enfoque diferente sobre el tema. Creo que se cometió un error al no consultar a todo el Sínodo, sobre todo porque la declaración incluía razones episcopales».
Cita el ejemplo del cardenal Joseph Ratzinger, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, «que supervisó el desarrollo secular de la Iglesia católica en constante consulta con los obispos de todo el mundo».
Se habla mucho de sinodalidad estos días, pero ciertamente hay una falta de consideración y consulta de la voz de los obispos de todo el mundo. Dado que la bendición de las parejas del mismo sexo es «un tema particularmente discutido y delicado, según la Iglesia del Concilio Vaticano II, sorprende que (no) se haya abordado de manera sinodal. Nos ahorraremos las reacciones contradictorias de las conferencias episcopales que vemos ahora.
A su juicio, la «acusación de hostilidad» que algunos hacen respecto al texto «no tiene base objetiva en el texto», aunque insiste en que «esta declaración no es necesaria» porque hay una referencia al 2021, que fue aprobado por el Papa. Francisco. Para los homosexuales esto «no es incompatible con los signos del amor pastoral».
Munilla señala que se debe contrarrestar la percepción entre los partidarios de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo de que los suplicantes fiduciarios representan un cambio en la disciplina de la Iglesia Católica. Permanece esencialmente sin cambios e incluye la enseñanza de la homosexualidad. Lamentablemente, como señaló el obispo, «hay sectores que discrepan abiertamente de la moral sexual de la Iglesia y, sin seguir esta declaración, apoyan las bendiciones públicas de las parejas del mismo sexo». Citó al padre jesuita James Martin o las bendiciones públicas de homosexuales organizadas en Alemania y Bélgica.
Según el obispo español, el mayor problema es cómo se implementará la declaración. Lo que está sucediendo ahora sugiere que habrá una enorme confusión asociada a ello, y no se trata de diversidad, sino de interpretaciones completamente contradictorias.
Si es así, ¿pueden las parejas del mismo sexo ser bendecidas según la enseñanza inmutable de la Iglesia sobre la pecaminosidad de la vida homosexual?
Mons. Munila cree que esto «no es coherente con la fe de la congregación» porque «el contexto o las palabras utilizadas sugerirían la legalización de una unión irregular», porque los gestos pastorales no pueden pretender «hacer». Haz que todos se sientan cómodos; en lugar de eso, pide un cambio».
Por eso, todas las bendiciones dadas a los homosexuales deberían incluir un llamado claro a la conversión y al cambio de estilo de vida. Mons. Munilla sugirió que “no sería problema dar una bendición personal como parte del trabajo pastoral”, la cual se enmarcó de la siguiente manera:
“Señor, bendice a tus hijos, N. y N., y haz que sigan caminando en humildad, para que, reconociendo tus dones, también sepan que su relación no es según tu designio. Colma sobre ellos tu gracia para que sean coherentes en su vida y acepten con determinación y valentía tu llamada a la conversión. Amén.»
Este tipo de fórmula de bendición parece teóricamente correcta. Sin embargo, ¿será aceptado por el lobby homosexual, que no quiere oír hablar de conversión, sino que afirma su estilo de vida y exige que las relaciones entre personas del mismo sexo se equiparen con el matrimonio real?
Fuente: ACI Brenza
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