No hay duda de que la actividad física diaria es buena para la salud. Esta es una parte importante de la prevención y, a veces, apoya el proceso de tratamiento. Aún no se ha determinado el momento del día en el que el ejercicio aporta mayores beneficios.
Cualquier actividad, incluso la moderada, como caminar a paso ligero, bailar o subir escaleras a diario, mejora el rendimiento del cuerpo. Durante muchos años, muchos centros de investigación han estado investigando el tiempo que se debe dedicar al ejercicio durante el día, así como el mejor momento que aumentaría la efectividad del ejercicio. En abril de 2024, la revista Diabetes Care publicó los resultados de un estudio realizado por científicos de la Universidad de Sydney sobre la relación entre hacer ejercicio en un momento específico del día y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y muertes por esta causa. El principal objetivo era investigar cuándo la actividad física es más segura, no aumenta el riesgo de infarto o ictus y aporta mayores beneficios, tanto en su prevención como en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes.
Casi 30.000 personas fueron invitadas a participar en el estudio. Las observaciones se realizaron en personas, incluidas personas con sobrepeso y obesidad, que también padecen diabetes tipo 2, durante 8 años. Con un acelerómetro colocado en la muñeca se midió a los participantes del estudio, entre otras cosas: por actividad deportiva se entiende no sólo el ejercicio aeróbico intenso, sino también el ejercicio moderado de al menos 3 minutos de duración. Se creó un grupo de referencia “saludable”, un grupo de personas con obesidad y un grupo con obesidad y diabetes. Los grupos también se dividieron en los que hacían ejercicio por la mañana y por la tarde. Elegir cuándo hacer ejercicio es individual y depende de las preferencias y del tiempo disponible de cada persona en particular. El ejercicio matutino permite a sus seguidores comenzar el día con energía y con altos niveles de endorfinas. Por otro lado, los defensores de la actividad nocturna afirman que al final del día su cuerpo se encuentra en el nivel de máxima eficiencia fisiológica. Elegir el mejor momento es individual y depende de muchos factores como la edad, las comorbilidades, la capacidad para aliviar el estrés, el metabolismo y el tipo de deporte. Independientemente de la hora del día, un factor importante que motiva el ejercicio es su efecto sobre la salud. En la diabetes tipo 2, se ha demostrado que la actividad física regular ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre al aumentar la sensibilidad de las células a la insulina. El ejercicio ayuda a controlar el peso corporal, lo cual es importante porque el sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo importantes para desarrollar diabetes tipo 2. Además, la actividad física regular puede mejorar las funciones metabólicas del cuerpo, lo que puede reducir el riesgo de resistencia a la insulina. precede al segundo tipo. Para la diabetes, la circulación sanguínea, la actividad física regular ayuda a reducir la presión arterial, reducir el nivel de colesterol malo (LDL) y triglicéridos y aumentar el nivel de colesterol bueno (HDL). Además, el ejercicio regular mejora la función cardíaca y circulatoria, reduciendo el riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades cardiovasculares.
Los científicos de Sydney confirman que gracias al uso de medidas objetivas de actividad, la investigación puede considerarse importante para determinar cuándo el ejercicio físico es menos peligroso para la salud y más eficaz para reducir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral. Se observó que, en comparación con la actividad del grupo de control (personas sanas), la actividad física de las personas obesas o con diabetes tipo 2 por la noche se asoció con un menor riesgo de muerte, así como un menor riesgo de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, el profesor Emmanuel Stamatakis, autor del estudio, enfatiza que el siguiente paso necesario es realizar más investigaciones para establecer vínculos causales entre el momento de la actividad y las recomendaciones para el tratamiento futuro de la obesidad y la diabetes tipo 2, así como la atención médica preventiva en general. Según los investigadores que realizaron este estudio, también es útil tener en cuenta que “el ejercicio no es de ninguna manera la única solución a la crisis de obesidad. Sin embargo, según los resultados, se puede sugerir que las personas que son capaces de planificar. su actividad en momentos específicos del día puede reducir algunos riesgos para la salud y es mejor”. Actualmente, no existen pautas específicas que determinen el momento del día más seguro para hacer ejercicio. Pero lo cierto es que a los pacientes obesos se les debe recomendar que dediquen al menos 150 minutos de actividad física por semana “en la fase de pérdida de peso”, y luego 200-300 minutos de ejercicios de resistencia por semana a largo plazo, además de realizar ejercicios preventivos. Una vez al año es la mejor manera de evitar complicaciones graves de salud causadas por enfermedades cardiovasculares, y la base para mantener la salud es sistémica, por supuesto.
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