Los últimos habitantes del pueblo, que albergó a 100 personas durante más de un siglo, lo abandonaron hace 30 años y se trasladaron a un asentamiento español.
Se suponía que era una pequeña ciudad turística.
Aunque el pueblo situado cerca de la presa del río Duero fue adquirido en el año 2000 por un empresario que trabaja en el sector turístico, convertirlo en un complejo rural no consiguió.
La empresa que vendía el Spanish Village tenía previsto construir una pequeña ciudad turística con hotel, tiendas y restaurantes en la frontera hispano-portuguesa, pero el proyecto, en el que el inversor gastó 300.000 zlotys polacos, euros, no se concretó.
La empresa toledana, como recuerdan los medios locales, tenía previsto gastar un total de 5 millones de euros en el pueblo abandonado. Ahora se espera que Salto de Castro se venda por 600.000 euros.
Además de las 44 casas de Spanish Village, también hay una iglesia y un antiguo edificio de escuela primaria. La mayoría de los edificios han sido saqueados y parcialmente destruidos en las últimas décadas.
Desde Lisboa Marcin Zatica
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