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Creencias, supersticiones e intolerancia

Creencias, supersticiones e intolerancia

Cuanto mayor sea el número de autoridades científicas, menor será la autoridad de la ciencia.





© AFP


Algunas personas piensan que Anthony Fauci es el objetivo de sus ataques. De hecho, están atacando a la ciencia. «Estas palabras fueron dichas únicamente por el propio Anthony Fauci. El director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, y el rostro estadounidense y posiblemente mundial de la política anti-Covid. El hombre, su papel e intenciones se vuelven menos transparentes, la mayor parte de su correspondencia se está abriendo camino en los medios de comunicación. No es de extrañar, entonces, que haya decidido apelar al más alto nivel, para convertirse en el Luis XIV de nuestro tiempo, declarando que «La ciencia soy yo». Está claro que Fauci puede ser acosado con impunidad, pero la bandera (necesariamente con «N» mayúscula) sólo puede ser atacada por gente loca e incivilizada.

La ciencia, como la define Anthony Fauci, también tiene sus encarnaciones en el Vístula, pero también sus seguidores. A primera vista, puede ver que aquí no se trata de un modelo científico, sino de uno religioso. Un grupo de aforismos con los hechos de fe que solo se pueden aceptar o rechazar. El primero significa unirse a la Iglesia de las Luces, mientras que el segundo significa convertirse en hereje. Con todas las consecuencias que se hacen cada vez más evidentes últimamente. Silenciar a los alborotadores y mantener a los escépticos y escépticos fuera de la vida pública.

La ciencia, al menos como la conocemos hasta ahora, no tiene nada que ver con la fe predicada por el Papa Antonio o nuestros apóstoles locales de la nueva religión. Es un conjunto de creencias que son válidas solo con la condición de que sean resistentes a la falsificación; Hechos que solo pueden creerse en la medida en que hayan sido cuestionados previamente. Un espacio donde se aprecian los herejes que hacen preguntas y socavan los dogmas. Porque sólo gracias a ellos pueden finalmente desarrollarse el conocimiento y la ciencia, como forma de percibir y tratar el mundo. Reemplazar este cuerpo complejo, impulsado por la tensión interna de la incertidumbre, con dogmas muertos como discos es puro mito del agua. Creencia basada en la pereza intelectual y las limitaciones mentales. De ahí el fanatismo con que se defienden las realidades de la nueva religión. Porque una vez que dejas de pensar racional y críticamente y comienzas a dejarte guiar por las emociones mismas, es solo cuestión de tiempo antes de que comiencen a alcanzar su clímax.

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