Cambiar los hábitos alimenticios es un desafío desafiante que requiere preparación previa, consistencia y regularidad. Vale la pena darse cuenta de que no se pueden cambiar de la noche a la mañana, por lo que es una buena idea utilizar el método de los pequeños pasos e introducir un nuevo hábito de alimentación saludable todos los días y eliminar los productos alimenticios poco saludables de su dieta diaria.
Alimentación saludable: ¿por dónde empezamos?
Antes de empezar a introducir hábitos alimenticios saludables en nuestra vida, vale la pena prepararlos con antelación. Si no tenemos los conocimientos adecuados o sufrimos diversos problemas de salud (como diabetes, alergia alimentaria o colesterol alto), conviene acudir previamente a un dietista que nos preparará una dieta adecuada a nuestras necesidades nutricionales. Por otro lado, si sólo queremos comer comida sana, deberíamos empezar con una visita a tienda de alimentos saludables. Este tipo de tiendas tienen un surtido muy rico, podemos encontrar distintos tipos de harinas (incluso sin gluten), cereales, platos preparados, barritas proteicas, alimentos certificados y muchos otros productos de alimentación.
Lo mejor es implementar hábitos alimenticios racionales utilizando el método de pequeños pasos. Contrariamente a las apariencias, no significa renunciar a lo que es más sabroso. Comer sano no significa morirse de hambre y contar calorías todo el tiempo.
Cambiar de opinión es fundamental
Paradójicamente, uno de los elementos importantes en el cambio de hábitos alimenticios es un cambio en el pensamiento. Si su objetivo más importante es perder kilogramos innecesarios, es posible que se dé por vencido cuando el indicador de la báscula muestre un valor numérico satisfactorio. A su vez, lo más importante en el cambio de hábitos alimentarios es incluirlos permanentemente en tu vida y recrearlos automáticamente, sin pensar en si algo es saludable o no. Por lo tanto, vale la pena reconocer el impacto de la dieta en nuestra salud, incluidos los productos altamente procesados: comida rápida, refrescos azucarados, dulces o bocadillos dulces. Una vez que conozcamos los beneficios de una alimentación saludable, nos será más fácil implementarlos en nuestra vida.
Los principios más importantes de una alimentación saludable.
Horarios de comidas fijos
Uno de los hábitos alimenticios más importantes es mantener las comidas regulares. Al proporcionar al cuerpo la cantidad adecuada de calorías y nutrientes en momentos específicos, no tiene que almacenar energía en forma de tejidos grasos en caso de inanición. Esta «programación» nutricional es saludable para nuestro organismo. Además, es importante no comer con prisas y disfrutar de la comida. Es recomendable comer un plato durante unos 20 minutos; gracias a esto, comeremos menos, porque nuestro cerebro recibirá una señal de que ya estamos llenos.
Número correcto de porciones
Muchos nutricionistas opinan que nuestro menú diario debe constar de un total de 5 comidas, incluidas tres comidas principales: desayuno, almuerzo y cena, y dos comidas adicionales: la segunda desayuno y la merienda. Es importante que los intervalos entre comidas sean de unas 3 horas, y siguiendo esta importante regla, eliminaremos los riesgos de picar entre comidas y buscar snacks poco saludables.
hidratación corporal
Según las estimaciones, los adultos deben proporcionar al cuerpo alrededor de 1,5 a 2 litros de agua por día. Al mismo tiempo, vale la pena recordar que es mejor beber agua estancada (mineral o de manantial). Sin embargo, la fuente de agua también son las frutas y verduras, junto con otras bebidas que bebemos durante el día, como el café y el té.
Diversidad en tu dieta
Si queremos comer alimentos saludables, no necesariamente tenemos que calcular con precisión las calorías y el valor nutricional de las comidas individuales. Basta con ocuparse de diversificar su dieta, es decir, componer platos a partir de productos de diferentes grupos de alimentos. Estamos hablando de cereales (granos, pasta, pan), verduras, frutas, productos lácteos, carne, pescado, huevos, así como grasas animales. Vale la pena recordar su correcto manejo, evitando especialmente las frituras profundas.
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